Los meados y los carpetazos

Dicen que Patricia se siente muy incómoda con su decisión, pero más aún con lo que Mauricio conoce de ella.

Claro, nadie pierde la dignidad por gusto.

Javier tiene dolores de panza y de cabeza, casi no mira el celular.

Mauricio es muy hábil, siempre tiene planes para cuando la política no alcanza, el diario La Nación cuenta que dijo que Sergio era un genio del mal porque consiguió con poco ganar, es que la quita de subsidios al transporte es un tema muy sensible y ni Mauricio ni Javier lo entendieron.

Patricia está sola, la acompaña Luis con pocas ganas. Piensa en el libro de Rothbard y sabe que todo tiene sus límites, pero está atada de manos y no sabe cómo zafar.

Piensa en el "loco" Galimba, se acuerda de aquellas épocas y de la columna norte. Nunca nos sometimos a ninguna conducción se repite, pero sabe que del laberinto se sale por arriba.

Mauricio está preocupado, no le gusta haber tenido que aparecer, pero cuando la justicia aprieta es mejor estar preparado, piensa en su viejo compañero de fórmula, sabe que va a ser garante de su impunidad como lo fue con todos.

Patricia y Javier están rompiendo códigos con su gente a pedido de Mauricio, a él no le importa porque sabe que si gana Sergio siempre hay chances de volver a hablar y recordarle la invitación a Davos.

Son dos años dice Mauricio mientras se mira al espejo, parece que la revolución de la alegría se volvió un pierrot en pedo, mal hablado y con olor a meado.

Del otro lado, Cristina le pide al asesor que se vaya de una disparada a Rapanui, ella tampoco está feliz, pero lo disimula porque sabe que en el juego de tronos ganas o mueres.

Luciano Giuliani