Dos revoluciones, un mismo fracaso

La semana que termina estuvo absorbida por el tratamiento del mega proyecto de ley Bases del gobierno.

Tras implacables negociaciones contrarreloj, el poder ejecutivo fue diseccionando aquel Frankestein legislativo de dificultoso tratamiento y con opaca centralidad sobre sus prioridades.

En torno a este escenario empezaron a destacarse algunos actores políticos que parecían secundarios, las figuras de Miguel Pichetto, Rodrigo de Loredo y los gobernadores de la zona núcleo agrícola fueron los constructores de una amplia avenida del centro que tuvo un considerable poder de fuego.

El tratamiento legislativo de la ley ómnibus ha mostrado la debilidad del gobierno en el Congreso, pero lo que es más importante y parece ser un cambio cultural, en un país esencialmente presidencialista, el parlamento ha marcado agenda y logró hacer retroceder en más de la mitad los artículos al poder ejecutivo.

Otro elemento de análisis para agregar es el escenario callejero montado por la izquierda y sectores del kirchnerismo que han elegido tras la derrota electoral la radicalización para poder construir poder.

Hay dos revoluciones en marcha en la Argentina actual, una la libertaria, que dice representar las ideas de la libertad.

La composición social de esa revolución está expresada por muchos jóvenes que se muestran cansados, hastiados del modelo del Estado presente del que muchos han sido o son beneficiarios mediante programas sociales e incluso educativos como el Conectar Igualdad que les dio acceso al mundo informático y a las redes sociales.

Esa revolución pretende ser heredera del ideario liberal de una Argentina ficticia, el ideario liberal de la generación de 1837 terminó siendo el ala conservadora de la política de comienzos del siglo XX.

Por otro lado, el neo peronismo cooptado por la socialdemocracia impulsa otra revolución con dificultades complejas, el régimen fracasado era propio y están demasiado cerca en el tiempo para proponer lo nuevo siendo lo viejo.

Este sector de la política abraza las ideas de la igualdad, un ideario que en la Argentina nunca tuvo mayor anclaje debido principalmente al surgimiento del peronismo tras la revolución de los coroneles en 1943.

Ambas revoluciones en marcha, una como contrapeso de la otra y viceversa son los emergentes de un país que hace tiempo ha olvidado las ideas de la fraternidad.

El "síntoma" de la grieta representa abiertamente la falta de cohesión nacional, esa eterna disputa alimentada por los grandes medios disciplina, divide y uniforma a la sociedad.

Desde hace años la política se construye por espantos y la militancia es ante todo pasional, hay carencia de proyecto auténticamente nacional.

Si a cualquier dirigente o militante de cualquier lado de la grieta se le pregunta como ve a la Argentina en diez años, su respuesta dependerá de "eliminar" a su adversario o pensar que todo estará igual o peor.

El valor de lo nacional es infinitesimal en la eterna disputa que hoy se encorseta entre las fuerzas del cielo y las fuerzas del suelo.

Mientras ambas revoluciones nos conducen a un fracaso ab origen, la estrategia anti nacional avanza.

Javier Milei en dos semanas se reunirá con el Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, más allá de la decisión de ser parcial en la guerra de este país contra el grupo terrorista Hamas, nuestro presidente tiene en claro que hay otros intereses de Israel en Argentina.

Hace un año y medio, Wado de Pedro realizó una visita a aquél país y el tema central de agenda fue "conocer" la experiencia de la empresa estatal de agua para que podamos ser asesorados en el manejo de este recurso del que gozamos como privilegiados del mundo. Al poco tiempo, cinco gobernadores peronistas a pedido del aquel entonces ministro del interior trajeron asesores israelíes para el manejo del agua en esas provincias. Israel se caracteriza por estar emplazado en una zona desértica, no hay que ser demasiado listos para entender que intereses tiene aquella nación con su expectativa puesta en Javier Milei.

La semana entrante visitará la Argentina Brian Nichols, el Subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos. Este diplomático, número dos en el Departamento de Estado del país del norte se reunirá con Javier Milei, líderes empresarios y funcionarios del gobierno. Una visita que adquiere relieve luego de la aprobación en general de la Ley ómnibus, una medalla que puede mostrar el gobierno argentino para coquetear con la gestión Biden en un contexto electoral en el que muy probablemente tenga grandes chances de ser presidente Donald Trump.

Argentina mantendrá un alineamiento con el país del norte más allá de las decisiones electorales de Estados Unidos, aunque claramente Trump cambiará radicalmente la política internacional de Biden.

Por último el verdadero elefante blanco, el Ceo del Fondo de Inversión más grande del mundo, Blackrock mantuvo conversaciones con Javier Milei y evalúa una visita en breve para ver en que invertir en el país.

Larry Fink no mantiene una conversación eventual con un mandatario, actualmente el fondo de inversiones que maneja se ha adueñado de la mayor parte de tierras fértiles de Ucrania, compradas a un valor muy escaso.

Blackrock podría mostrarse interesado por muchas de las empresas a privatizar y claramente es uno de los potenciales beneficiarios de la derogación de la ley de tierras y también de los ataques a la ley 26.639 de glaciares por parte de las modificaciones previstas en la ley de Bases.

Dos revoluciones y un mismo fracaso, parece ser que ni las ideas de la libertad, ni las ideas de la igualdad construyen la soberanía y cohesión necesaria para evitar un proceso de desintegración nacional. El camino parece guiar a construir las ideas de la fraternidad en un país que necesita liderazgo, lucidez y proyección nacional para dar vuelta la taba y salir de este ciclo de fracaso y derrota planificada por los proyectos que descreen del país.

Luciano Giuliani

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