La Carlota: La historia construyó un lugar donde hoy, quizás, "valga la pena vivir"

Con un acto protocolar se recordó un nuevo aniversario de la firma de la Real Cedula que convirtió al pueblo Punta del Sauce en Villa Real.

General 12 de abril de 2024
historia

Con el izamiento de las banderas y la entonación de las estrofas del Himno Nacional Argentino, la municipalidad de La Carlota dio inicio al acto en conmemoración de un nuevo aniversario de la firma de la Real Cedula que convierte al pueblo Punta del Sauce en Villa Real La Carlota.

El acto protocolar se llevó a cabo en el Teatro Municipal Beatriz Gentilini De Doffo, donde estuvieron presentes autoridades municipales, departamentales, referentes de instituciones intermedias, abanderados y escoltas de las escuelas de la ciudad, y público en general.

El primero en dirigirse a los presentes fue Raúl López, quien forma parte de la Junta Municipal de Historia.

La Carlota: “Las personalidades que forjaron su historia”

López brindó un relato que pasó por destacar aquellos hombres que, desde los inicios de la vida del lugar, fueron estratégicos en su accionar para que La Carlota hoy sea lo que es.

En primer lugar, mencionó que esta zona, en sus comienzos, estaba “vacía de indios, pero sí, era territorio de caza…y recién en el siglo XVI (1.600) comenzaron a llegar los primeros pobladores”.

Uno de estos primeros pobladores fue el maestro de campo de apellido Calderón, y que denominó al lugar Punta del Sauce, por ser una zona de Sauces Colorados, “y en esos tiempos aún no estaba el problema con los indios”, agregó.

Por eso, “no había fuertes, fortines, defensa…porque los indios que había en algunas zonas alejadas eras más sedentarios, y estaban recién aprendiendo a andar a caballo”.

En el año 1.700, “empezaron a llegar los primeros malones, (después de domesticar a sus caballos) y aquí encontraron un terreno fértil, con más vacas…y empezaron a atacar, a tomar a mujeres (para procrear) y niños como cautivos (como esclavos), mientras que a los hombres no los mataban a no ser que los atacaran”.

Con la llegada de los malones, el señor gobernador Juan Victorino Martínez de Tineo en 1752, al ver que se necesitaba un fuerte en esta zona, “hizo construir uno en el campo de Maldonado al Oeste del pueblo, luego se reconstruye cerca del río, pero al ir cambiando el cauce de este, se fue corriendo de lugar”.

En este punto cabe mencionar que, el 15 de noviembre de 1757, Miguel de Arrascaeta  recibió de manos del gobernador Don Joaquín de Espinosa una merced de 290 leguas cuadradas [aproximadamente 1600 Km cuadrados, equivalente al 1% de la superficie total de la provincia] en la frontera del río Cuarto, desde la Punta del Sauce (actual ciudad de La Carlota) hasta Melincué.

Fue maestro de campo de la frontera sur y comandante del fuerte del Sauce, y en 1762 hizo una sumaria información para acreditar su correcto desempeño en dicho cargo.

El gobernador Fernández Campero lo designó comandante general de milicias, por auto fechado en Salta el 2 de octubre de 1765, luchando durante dos años bajo sus órdenes. 

Miguel de Arrascaeta, fue quien indicó realizar en La Carlota un fuerte más y “se hizo en la plaza principal, además indicó que se armen algunos solares y así los vecinos empezaron a asentarse alrededor de este”.

Así, esta zona se refuerza, y pasa a convertirse en el punto principal entre Melincué y Río Cuarto, “fue una línea de defensa, pero la verdad que no paraban a nadie, porque eran pocos milicianos contra los malones”.

Otro de las personalidades de la historia fue Marqués de Sobremonte, “que cuando fue el intendente gobernador de Córdoba se viene a La Carlota preocupado por lo que estaba pasando con los indios Pampas, estaba todo muy complicado, era el camino de las Pampas del Sur, denominado el camino de la muerte”.

Entonces el gobernador Rafael de Sobremonte hace algunas líneas defensivas más, “trae más milicianos o soldados, pero no basta, entonces el 16 de febrero 1795 le eleva al Rey Carlos IX, una nota pidiéndole si no podía hacer algo para que a esta zona la elevara a categoría de Villa Real, porque implicaba obtener más beneficios”.

Y es así que, el 12 de abril de 1797 en el Palacio de Aranjuez que estaba en el sur de Madrid, habitado por el Virrey, firma aquella Real Cedula, elevando a la categoría de Villa Real Punta del Sauce La Carlota en honor a su padre Augusto y también eleva a la misma categoría a Villa Real de la Concepción Río Cuarto.

“Perdimos la denominación de sauceros, con la llegada del siglo XX…es decir nos cambiaron el nombre”, dijo con cierto aire desolador, el historiador.

La Carlota fue un lugar de trascendencia en la historia

La Carlota tuvo su importancia, su trascendencia, por varias cuestiones. Primero porque fue el primer punto fortificado, “porque los otros eran guardias…”.

Además, “por esa época trajeron muchos prisioneros de las invasiones ingleses y se quedaron por estas tierras, se casaron…”.

Y en tercer lugar tenía un cabildo, “de los 22 que había en Latinoamérica y era uno de los que había en Córdoba junto al de Córdoba y Río Cuarto”.

El cabildo de La Carlota comenzó a funcionar en el Fuerte y luego se trasladó al norte de la Plaza Belgrano, “y ahí nos encuentra la Revolución del 25 de mayo y este es a uno de los primeros cabildos que le llegó la noticia que había sido dispuesto el Virrey y había sido conformada una junta de nobles”.

En 1819 llegó San Martín, que aún no está claro que día lo hizo, por donde y en qué lugar escribió las famosas cartas de renunciamiento.

En 1823 hasta 1827 estuvo Juan Alberto Echeverría que fue comandante del Fuerte, “muerto por las luchas civiles, en el enfrentamiento de Unitarios y Federales”, añadió.

Durante la gobernación de Manuel Quebracho López (1836), vino también a La Carlota y se instaló en el fuerte, “porque seguía siendo un punto de importancia…y el 22 de abril de ese año ocurrió la famosa matanza de más de 100 indios mansos que eran los Ranqueles, por orden de Rosas, entre otros”.

Otro de los hijos de este pueblo fue, “Victoriano Rodríguez, que en 1869 era abanderado del Regimiento Dragones de La Carlota que terminó derrotando a los Indios Pampas”.

Por último agregó que,  uno de los beneficios más importantes que obtuvo este pueblo cuando se convirtió en Villa Real, fue que el Virrey le cedió 50 mil hectáreas para el sur y 50 mil para el norte, “donde cualquier vecino podía llevar sus animales a pastear, pero durante 80 años todo eso quedó en el olvido porque nadie sabía que el rey había donado esas tierras y un buen día se vendieron en Buenos Aires en remate público y las compró Barreto, pero tuvo algunos problemas con los vecinos, y para que esto terminara, se hicieron las Colonias Maipú y Chacabuco que permitió que empezaran a llegar los inmigrantes y eso fue más que importante para el desarrollo del pueblo…La Carlota fue un punto importantísimo en aquellos años y quizás no está reconocido a nivel Nacional como debería”, subrayo.

La historia construyó un lugar donde hoy, quizás, "valga la pena vivir"

Antes del espectáculo artístico que dio cierre al acto, el actual secretario de Relaciones Institucionales, Lic. Martín Gigena, comenzó su discurso al decir que, en 1978, La Carlota se convirtió en ciudad.

Para luego recordar una frase de quien fuera en vida Rosalía López Heredia, quien dijo, "yo quise y quiero este lugar donde están mis raíces, mis sueños y mis creencias y por supuesto mis afectos y es por esto que aquí quiero vivir hasta la eternidad”.

Frase que dio fundamento al contenido de su discurso, porque se explayó en los sentidos, en la necesidad del sentir como comunidad, donde la ciudadanía pueda pensarse, mirarse, dejar de lado las individualidades, aprender con otros, "lo que es un desafío", dijo.

Pero abrazar este desafío “es pensar, hacer, soñar y vivir”, a lo que agregó que un pensador decía que a veces son esos momentos donde se puede empezar a trabajar en preguntas “porque ellas son la oportunidad de alcanzar las particularidades de lo que sucede, porque nadie pone en dudas los múltiples problemas que atravesamos, pero también sepan de la preocupación de ir solucionándolos”.

Señaló que en esta etapa que lo encuentra en la gestión junto a Natalia Bellón, se pregunta, “¿es posible pensar una ciudad de miradas colectivas, con empatía, donde se dejen de lado las necesidades individuales", porque ese egoísmo, o la queja solo por la queja, agregó, "no nos permite construir, nos inhabilita al dialogo con posibles soluciones".

Luego continuó en este devenir de preguntas, que invitaban a pensar, "¿es posible una sociedad más amable, inclusiva, y justa para todos, donde la ternura tenga lugar sobre los barbarismos?

Hablar de ternura en estos tiempos de ferocidades no es ninguna ingenuidad, dijo, “entonces hacer esta política es poner el acento en la necesidad de resistir a la barbarización de los lazos sociales que hoy atraviesan nuestro mundo”, señaló.

Gigena destacó que el objetivo que hoy se debe perseguir es encontrar algunas claves colectivas, en comunidad, que orienten la construcción y el andamiaje para transitar, construir y resignificar nuestro sentido, e interrogarnos sobre los modos de ubicarnos en nuestra ciudad y recuperar la potencia que cada uno tiene para que La Carlota sea el lugar donde valga la pena estar.

Ese lugar, “donde se reduzcan las desigualdades para igualdad en oportunidades, donde miremos el todo para analizar y desarrollar capacidades cooperativas con mayor compromiso social”.

Mirar la ciudad, el contexto, pero no desde la individualidad, el egoísmo, dijo, si no de lo colectivo “porque una ciudad es una comunidad, es decir un conjunto de acciones mancomunadas que trabajan unos con otros y a la par, ayudando, construyendo, sosteniendo, como un don que se ofrece y que no pone al otro en deuda”.

Para volver a preguntarse, “¿Cómo acortar las distancias en lo que decimos en las redes, en tantos lugares, diagnosticamos, y lo que hacemos, ¿Qué pasa si el modo en el que percibimos el problema es parte del problema’, ¿Reflexionamos sobre nuestra responsabilidad o nos quedamos solo en las culpabilidades?”.

Luego añadió que era un deseo de la gestión, el de una ciudad que apunta al cambio, a la mejora, a la innovación y a fortalecerse, "y esto supone un colectivo de ciudadanos que construyen condiciones para que lo bueno y productivo, ocurran de verdad, a través de experiencias que tengan sentido para el bienestar de todos”.

Por último, dijo que todo lo expresado tenía que ver con ciudadanos que sienten orgullo de una ciudad donde todos trabajan en conjunto, “para dejar una huella para que otros la retomen más adelante y la sigan construyendo en la maravillosa Carlota que nos merecemos y deseamos...y como dice el slogan "Una historia de avanza”, culmino.

El acto finalizó con el canto del “Himno a mi ciudad” interpretada por Victoria Mejías y la representación artística de Danzas Sharat.

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