La ebriedad del poder

Opinión 18 de febrero de 2024 Luciano Giuliani
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Cuando el poderoso se vuelve cruel con el débil es porque está ebrio de poder.

Representar un país en el máximo cargo de la política es un honor demasiado grande que implica austeridad, humildad y ante todo mucho cuidado al momento de elegir los adversarios ocasionales.

Un presidente se encuentra expuesto a la crítica, no sólo a la constructiva sino a la otra también, es parte del trabajo. Por ello la estabilidad emocional de un presidente es un asunto de Estado.

Nadie puede negar que un presidente logrará adhesiones en igual medida que rechazos, su lugar es tomar decisiones, y eso inevitablemente genera reacciones.

A diferencia del sistema monárquico, nuestro sistema político cuenta con tres poderes, el Ejecutivo es unipersonal, pero está limitado por los otros dos.

En un país normal, el presidente se enfrenta a sectores o grupos de presión sean estos empresarios, sindicales, sociales, políticos o trasnacionales, no a una artista que resulta intrascendente en la disputa por el poder.

Javier Milei considera que está dando una batalla cultural contra el marxismo gramsciano y su fiel exponente parece ser Lali Espósito.

A través de esta figura artística ataca a gobernadores e intendentes por "malgastar" dinero en "privilegios" y no en quienes lo necesitan.

Ese discurso que a simple vista parece razonable redunda en otra pregunta más profunda: ¿en qué gasta el dinero el gobierno nacional?

Si vemos la política económica parece haber algunos indicadores, el primero de ellos es el BOPREAL, un bono para pagar deuda de importadores curiosamente favorece a la familia Caputo, podría decirse que se trata del primer privilegio que otorga el gobierno. 

El segundo privilegio convertido en "derecho adquirido" según el Presidente de la Nación es el régimen de importación de Tierra del Fuego que curiosamente también le da pingües ganancias a la familia Caputo.

Días atrás, Javier Milei apuntó fuerte contra los gobernadores por los fondos fiduciarios que representan nada menos que el 2% del PBI.

Este fue según indicó el Presidente el tema por el cual no acompañaron los mandatarios y sus legisladores la ley de Bases para la Reconstrucción de la Argentina.
En esos fondos se encuentra por ejemplo el del manejo del fuego y otros tantos ítems que hacen su la solución de problemas y contingencias graves, otros tienen que ver con el desarrollo de obra pública y la inversión estatal en infraestructura.

Lali Espósito no parece ser responsable de una pelea que excede ampliamente su figura y también el ámbito de la cultura.

Javier Milei además otorgó otro privilegio al presidente ucraniano Zelensky tras su visita para la asunción presidencial, dinero y armas para tomar parte en una guerra, ¿otro derecho adquirido como el régimen de importación de Tierra del Fuego?

Un dato más sobre este presidente que parece odiar la paz es insertarse de modo directo en el conflicto de medio oriente, con el consabido riesgo de formar parte de un teatro de operaciones totalmente innecesario.

Israel hoy se encuentra abiertamente enfrentado a la Santa Sede, luego de que el Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin cuestione la matanza de Palestinos en la franja de Gaza y el avance cruel y desmedido sobre Raffáh.

El Presidente dijo días atrás que era un poco judío y un poco católico, ¿Cuál lado de su fe se impondrá ante este grave conflicto que escala abiertamente en medio oriente?

En tiempos de crisis no necesitamos una guerra, ¿o tal vez Javier Milei espera un escenario similar al de su admirada Margaret Thatcher en 1982?

Javier Milei avanza en otra serie de conflictos, esta vez dentro de las fronteras nacionales, gobernadores, intendentes, legisladores parecen ser parte de ese enemigo al que defenestra de traidores, y aclara que con el traidor no se pacta.

Una Argentina desintegrada parece ser el objetivo de un gobierno central que provoca la división territorial al grito de "no hay plata", mientras se mantienen privilegios en el poder central.

En esa batalla entre el centralismo y el interior resurge la necesidad de reflotar el Tratado del Pilar y pulir esa parte de nuestro régimen federal.

En este escenario sale a pegarle la última patada en la cabeza a Alberto Fernández su vice, Cristina Fernández de Kirchner, quien adhiere en sus formas al modelo Milei pero le aclara que el peronismo es mayoría y le recuerda la breve presidencia de Fernando de la Rúa.

Ante este extenso documento, el Presidente solo atina a cuestionar con razón el marco teórico errado desde lo económico, pero no hay virulencia para con ella, las redes del marxismo gramsciano parecen no alcanzar la impostada centralidad de Cristina Fernández de Kirchner mientras adquiere un protagonismo casi épico la figura de Lali Espósito, la líder de una resistencia que no tiene conducción y al parecer por ahora tampoco tiene candidato ni plan de gobierno.

Lali dice abandonar los escenarios, ¿será momento de que la política la lleve a otro plano en su carrera profesional?

Por ahora Javier Milei ensaya un tibio perdón, muy propio de la resaca posterior a la ebriedad del poder.

Pocos llegan a ser presidentes de su país, honrar su cargo es mostrar coraje para ir contra los poderosos y no contra los débiles. El pueblo tiene cierta aceptación del sacrificio, pero no acepta el abuso de autoridad, allí es donde las masas se enardecen y hacen tronar el escarmiento.

Luciano Giuliani

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